El futuro de Brasil esperó al 2019 para brillar. Ya está aquí.
Tras salir del Flamengo, estaba claro que Vinicius no iba a demostrar todo lo que lo caracterizaba en Real Madrid. Estaba muy claro, de hecho.
De a poco, el extremo nos demuestra que estábamos errados.
Hay que separar el juego bonito del juego efectivo, siendo este el más importante y el que verdaderamente vale. Flamengo se prestaba más para el primero, en Madrid el segundo es prioridad.
Además, es Europa. Todo cambia.
A sus 18 años está claro que falta madurez (no es opcional, falta), pero el nivel mostrado en cuanto a toma de decisiones mejora cada partido.
Ante Real Sociedad fue el mejor del campo.
Ante Leganés, durante la misma semana, acabó con gol y asistencia. Sin embargo, el mejor fue Álvaro Odriozola.
Sus buenas actuaciones llegaron al Santiago Bernabéu. El 2019 madridista abrió con ellas.
Cuando Vinicius empezó a tomar una pausa y hacer un regate menos, su rendimiento aumentó notablemente. Y aún hablamos de un chico con menos de 20 partidos en la máxima categoría de España.
La ansiedad es completamente normal y entendible. En sus primeros partidos quería maravillar a como diera lugar, pero luego comprendió que aquello no era Brasil.
Podría maravillar más haciendo jugar al otro. En especial dentro de un equipo que tanto necesita este enfoque.
Entonces, así fue. Una pausa, un regate menos, un pase.
Se confía en que estará lejos de Robinho, pero las ilusiones son las mismas. Ambos desvelaban un futuro promisorio y era imposible no soñar. El desarrollo será vital, más aún con un precedente tan marcado.
Lo más importante es que el nuevo brasileño del Madrid tiene actitud.
Actitud que le servirá para los momentos importantes, actitud que el equipo perdió con la marcha de Cristiano Ronaldo.
Aquí está. Es él. La esperanza de la temporada, Vinicius Jr.