U otro momento para avergonzarse ante el mundo. Aquí no se sabe.
Esta semana arranca la fase de grupos de la Copa Libertadores. Básicamente, inicia el torneo, pese a que se disputaron las fases previas que siempre dejan choques interesantes y jugadores a seguir.
Además, es una oportunidad para cambiarlo todo.
O, al menos, para simular haberlo hecho; para disfrazar la realidad por unos minutos. Para demostrar al mundo que el fútbol sudamericano puede ser más que aquellos episodios vergonzosos de la final pasada.
Boca – River, River – Boca. La final de las decepciones… Y el gol de Juan Fernando Quintero.
A diferencia de la edición pasada, en esta ocasión no están todos (o casi, casi todos) los mejores equipos del continente, pero los grandes duelos están asegurados.
Sí, sí habrá buen fútbol de igual manera.
Y es una lástima que Atlético Nacional, campeón en el 2016, se lo pierda, por ejemplo.
En el mundo del marketing será una oportunidad de redención. Si bien la copa siempre será atractiva dentro y fuera de América, claramente puede ser mejor vendida.
Por razones obvias, ese aspecto debe mejorar.
La última imagen, la más reciente, es capaz de aplastar el producto en segundos.
Deportivamente no sucede igual; cada vez hay equipos que juegan mejor en Sudamérica. El fútbol, del bueno y característico en aquel lado del charco, nunca faltará.
Reiteramos, es una gran -y nueva- oportunidad para cambiar las cosas.
La competición es maravillosa, en cierto sentido. Y a eso se debe apuntar al venderla, sí, pero sin descuidar los otros aspectos que engloban la totalidad de un producto.
No sabemos quien ganará. No tenemos ni idea, a diferencia de la Champions League. Esto es maravilloso…
… Pero de nada sirve esto, si cuando llegue esa ansiada final todo se cae a pedazos.
Por favor, CONMEBOL, te lo pedimos.
¡Queremos un espectáculo digno!