El empate en Balaídos, y la victoria del Real Madrid frente al Espanyol, está teniendo graves repercusiones en la convivencia del Barcelona, que ha dejado de ser un jardín de niños para convertirse en una novela coreana. El vestuario se ha distanciado considerablemente del cuerpo técnico iniciando una guerra fría.
Tras el encuentro contra el Celta, hubo una importante bronca entre los jugadores y los preparadores. Los futbolistas no estaban de acuerdo con algunas decisiones técnicas y tácticas, y lo expusieron de forma clara y contundente, dejando más que claro la gran división que hay entre los dos grupos.
Las tensiones se han transportado a la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Donde Messi y Suárez se la han jurado a Eder Sarabia y solo quieren dirigirse a Quique Setién. La relación del vestuario con el segundo no es buena desde hace algunos meses, desde que en el partido contra el Real Madrid el técnico se quejó de forma vehemente de los fallos de los azulgranas sobre el césped.
El técnico amante de las vacas ha admitido este mediodía, en la rueda de prensa previa al partido de este martes contra el Atlético de Madrid, que ayer hubo una reunión para tratar el tema, aunque le ha restado importancia: “Tenemos reuniones muy a menudo. Hablamos de muchos temas”. El preparador no desea generar más polémicas en un momento decisivo de la temporada.
Setién aprovechó los micro para quitarle importancia a la actitud de Messi con Sarabia en Balaídos, donde el argentino en una pausa de hidratación ignoró por completo a Sarabia. “No pasó nada especialmente, fue una indicación y ya está. No sé qué quieres que te comente”, ha señalado muy serio. El Barcelona está a 2 puntos del Real Madrid en la lucha por el liderato, ahora más que nunca tienen que mantenerse unidos si no quieren terminar de regalar la liga que ya es un 70% merengue.