Finalmente, llegó el día en el que Antoine Griezmann jugo su primer partido perfecto con el Barcelona. Si nos remontamos al partido contra el Real Betis de la segunda jornada, el galo consiguió marcar dos golazos, pero ni en esas circunstancias dio unas sensaciones tan positivas como las que ha dado frente al Eibar, en las que ha parecido perfectamente acoplado en el sistema de juego.
En este tramo inicial de temporada, hemos visto a un Griezmann poco participativo, relegado a la mesa de niños en la construcción del juego, ademas de estar poco resolutivo en ataque. Confinado en el extremo izquierdo, el galo nunca dio sensación de ser un futbolista realmente influyente en la creación de jugadas de ataque o en la definición, que era precisamente en lo que más destacaba en el Atlético de Madrid y por eso costo lo que costo.
Pero este sábado, contra el Eibar, recuperó esa chispa y mostró, de largo, su mejor versión como azulgrana. Sí, es cierto que volvió a partir desde el costado izquierdo pero desde el primer momento, el francés entró a matar por su carril y participó más que nunca en el juego, en especial asociación con Leo Messi y Luis Suárez. El nuevo tridente ya empieza a carburar.
En la victoria 3 por 0, los 3 del tridente marcaron su gol. El primer gol nació de un gran desmarque del Principito y una definición clínica al palo corto en el mano a mano con Dmitrovic, Esta vez, el francés dejó atrás el estancamiento en la banda izquierda y se movió con más libertad, apareciendo por el centro en numerosas ocasiones, se anticipó a los movimientos de sus compañeros, fue generoso y surtió de balones a sus socios de ataque. La prueba es que fue capaz de participar de forma decisiva en los tres goles del Barça en Ipurua. Si tiene continuidad en este nivel tan alto, no hay dudas: se hará con el puesto.