La próxima vez que se responda: porque el público no sabe de fútbol.
Esa es la explicación. Karim Benzema es un adelantado a su época. El trabajo -tan alabado en la actualidad- del delantero que convive fuera del área, tuvo en el francés un artífice de la propagación.
Para convivir con Cristiano Ronaldo, una máquina de marcar goles, esto hacía que todo fuese más fácil. Acá nació la cohesión entre dos figuras que se cansaron de dar alegrías al Madrid.
Hoy, uno está en la Juventus. Y el otro sigue demostrando por qué es de los mejores jugadores del fútbol.
El aspecto más importante: entiende el juego.
A partir de allí, sus movimientos, reacciones y decisiones serán diferentes a la de la mayoría.
Entonces, por razones obvias, con Benzema obtienes resultados distintos al resto. En la mayoría de las ocasiones, incluso mejores.
¿Por qué esto no se valora? Por el simple hecho de que no se está acostumbrado a tal.
“El delantero tiene que marcar goles” es una frase muy cierta… Si hablamos de fútbol en los años 50.
El delantero actual, moderno, ha evolucionado. Ya no solo le basta marcar goles.
Y Benzema lo entendió hace casi una década, cuando el “9” tanque estaba en su máximo nivel de popularidad.
Salir del área, gestar la jugada, descargar a las bandas, ubicarse entre líneas, atacar los espacios. Tareas diarias para el genio francés.
No siempre lo verás marcar goles, cierto. Pero nunca lo verás sin aportar al equipo.
Este concepto beneficia ampliamente al fútbol. Un delantero clásico no siempre encontrará herramientas para ayudar a los suyos, en especial si el partido es dominado por el rival. Probablemente se frustre y no toque más de 20 pelotas.
Ahora, uno moderno, te ofrece mucho más en estos contextos (y en otra infinidad) para construir soluciones.
Porque no es solo anotar el gol, es crearlo.
Y Benzema lo sabe muy bien. Por lástima, la prensa no.