Porque nunca hay un trigésimo cuarto malo.
Argentina atraviesa momentos difíciles producto de un montón de errores a lo largo de la historia. Muchos han pasado factura en la actualidad. De hecho, son tantos que la situación se ha vuelto crítica. Y hasta Venezuela es capaz de ganarles ahora.
Al menos eso fue lo que se vio en el Wanda Metropolitano.
Venezuela jugó un buen partido; posiblemente, uno de los mejores con -un polémico y politizado- Dudamel en el cargo. Pero los problemas de Argentina fueron más.
En otras palabras, el resultado dice más de los problemas albicelestes que de los aciertos vinotintos.
Fútbol, política y otros dramas
Scaloni, Scaloni… ¿Y ahora qué sucedió?
Primero, el parado táctico. La convocatoria llevaba a pensar en ver un triángulo figurando en la mitad del campo. Venezuela parecía un buen rival para probar esto. Los buenos momentos de Paredes, Lo Celso y compañía, también.
Pues, no. Scaloni salió con tres centrales, dos carrileros y un doble pivote con los antes mencionados.
Tras el primer gol hecho por Salomón Rondón, rápidamente cambió. Y a partir de allí la selección albiceleste fue desordenada.
Nunca hubo rol claro para Paredes. Nunca se buscó esa sociedad Lo Celso-Messi.
Venezuela, por su parte, apostando al repliegue y juego directo encontraba espacios por doquier. Es que siquiera los encontraba, el desorden argentino los regalaba.
Aún así, la actuación de sus extremos, Murillo y Machís, fue notable.
Messi no brilló. Acabado el partido, fue desafectado de la convocatoria por lesión. Extraño, sí. Y a Lautaro Martínez le fue muy bien.
En esto se resumió el partido, como la mayoría de encuentros entre selecciones. Más rendimientos individuales que presentaciones colectivas.
Esta vez no fue la excepción.
Sin embargo, la noticia no estaría allí. De por sí cuesta hablar de fútbol y el entrenador de Venezuela, Rafael Dudamel, puso la continuidad de su cargo en manos de la Federación Venezolana de Fútbol.
¿Razones? Política. Sí, fútbol y política nunca han sido mundos separados. Es estúpido creer y pedir lo contrario.
En resumen, fue una tragicomedia. Todo depende de la perspectiva con la que se mire.