El Werder Bremen nos volvió a ilusionar… Y ya todo sabemos qué pasó.
Pese a que aún no termina, esta temporada ha sido récord. El equipo de Florian Kohfeldt ha sido récord. Logró amenazar con algo que había sido imposible hace años y luego cayó en lo que todos sabíamos que en algún momento sucedería.
Este parecía su año. No descenderán, pero será otra campaña en la mediocridad de la media tabla.
El club no gana un partido desde el 7 de diciembre…
Y eso es precisamente lo que los ha afectado esta temporada, la irregularidad. Comenzaron de una manera inmejorable, siendo líderes unas pocas jornadas, luego decayeron. Altos y bajos. Aunque más bajos.
La razón de la irregularidad se debe a la plantilla. Una plantilla… Irregular, sí, eso.
Es difícil lograr objetivos internacionales (o nacionales importantes, incluso) armando una plantilla donde abundan los descartes y la apuestas, por más que haya existiendo esfuerzo de la directa en traer piezas claves.
Digamos que esa confluencia no es la receta recomendada, en especial por los descartes.
Podrán servir un par, o varios si lo que se busca es salvar la categoría, pero con el objetivo de competencia internacional se necesita más. Algo más.
Dicho esto, es inentendible como Florian Kainz no recibió más oportunidades.
Por otro lado, y si el objetivo seguirá siendo el mismo, Frank Baumann deberá cambiar algunas cosas. Muchos jugadores saldrán por el simple hecho de que ellos si están para ese “algo más”.
El fútbol actual te permite poco margen de error. Es rápido, efímero. El jugador no espera ni confía como lo hacían años atrás.
Sí, Max Kruse abandonaría. Nada más y nada menos.
Maximilian Eggestein es la joya del club, sin exposición internacional no tardará en abandonar Bremen.
¿Y de qué sirve el dinero entrante sin una buena dirección deportiva?
Querido Werder Bremen, menos Claudio Pizarro, y más delanteros que aporten algo en la actualidad. Esa es la fórmula.