(…) O solo México y la Major League Soccer de Estados Unidos.
El norte de América está siendo protagonista en el fútbol mundial, aunque desarrollándose en distinto contextos según sea la situación del que llegue.
Puede ser un trampolín a la élite, puede ser el consuelo por salir de abajo, literalmente.
Lo cierto es que pasan los años y México sigue creciendo en el ámbito deportivo. Estados Unidos, por su parte, tal como Thanos está consiguiendo la joya que le faltaba: el fútbol.
Ambos son resultados de buenas organizaciones. La construcción de objetivos.
El futbolista sudamericano no ve con malos ojos ir a Norteamérica. Al final del día, en la mayoría de los casos consigue algo mejor. O al menos un buen motivo para mudarse.
El trampolín está siendo el caso más común. Miguel Almirón y Josef Martínez son dos ejemplos claros; el primero cumple con otro paso en su correcta progresión, mientras que el segundo buscó repotenciar su carrera para viajar a algo mejor dentro del viejo continente.
La filosofía del Atlanta, claramente, también trabaja bajo este sistema: potenciar.
Por otro lado, las mismas ligas sirven como consuelo. Consuelo para aquellos que no llegarán a alguna liga competitiva en Europa, pero su juego podría hacerlo ganar más dinero y mejorar su calidad de vida.
En este mundo, estos últimos aspectos son tan importantes como el mismo fútbol, incluso más.
Aclarando que los futbolistas no son robots, continuamos.
Hay un tercer caso del que muy pocos se percatan, los mismísimos norteamericanos.
El futbolista mexicano y estadounidense observa como cada vez mejora el contexto donde se desarrolla. En sus ligas cada vez se mueve más dinero y el nivel de juego aumenta.
En este orden de ideas, las selecciones de México y Estados Unidos serán aún mejores.
Asimismo, CONCAFAF estará más dominada que nunca.
Tierra de trampolines y consuelos.