El producto entre ínfulas de Cristiano Ronaldo y la mentalidad de Ricardo Quaresma.
De Nani se esperaba más; más de lo que fue, más de lo que dio durante sus últimos años en Europa. Sin embargo, el hecho de no haber cumplido las expectativas finales o máximas, hacen que se olviden aspectos vitales de su juego.
Luís Carlos Almeida da Cunha fue un jugador vital en el Manchester de Sir Alex Ferguson.
Y eso es algo que ni la peor actualidad del mundo le podrá quitar. Ergo; algo que nunca se debe olvidar de su carrera. Un capítulo que, de ignorarlo, aflorará la ignorancia en lo expuesto.
También es prudente resaltar que Nani fue un tapado, estuvo bajo sombras.
Estuvo cerca de ser el mejor portugués algunos años, pero no lo fue. Siquiera pudo ser el mejor portugués del mismísimo Manchester United.
Cristiano Ronaldo estaba allí. Era mejor, pero nunca fue su rival.
Siempre fueron compañeros: Sporting de Lisboa, Manchester, Portugal. Y luego se sabe por qué uno alcanzó Real Madrid, y el otro no pudo trascender de Old Trafford. Volvió a Portugal para ahora dirigirse a Estados Unidos.
No hay un sueño americano, pero tampoco un sueño europeo.
Su compañero, su aliado, su similar, quizá le jugó en contra todo este tiempo. Probablemente, Nani hubiese sido un exaltado en otra época.
Diez años antes, tal vez. O diez años después.
Seguir la luz de los grandes reflectores solo opacó la luz de la otra banda en el mítico Teatro de los Sueños.
Nani siempre estuvo allí, pero lo vieron poco.
Las masas no lo recordarán, a menos que alguna memoria lo traiga a colación luego de un par de copas y chistes sobre una patética presentación en Valencia, España.
Pero nunca le quitarán lo logrado, jamás.
Podrán olvidarlo, pero ni por un segundo borrarlo de este mundo.