Messi está caliente y no es por Antonella Roccuzzo. Desde hace rato y explotó en contra de su supuesto amigo el secretario técnico Abidal que dijo: “Estaban a disgusto y algunos no se entrenaban bien”, sobre la sustitución de Valverde. Leo reaccionó contestando al francés e instándole a que dijera los nombres y que se metiera en sus asuntos.
Lionel Messi está harto que le culpen por todo, de ser el que despide entrenadores, hace los fichajes y alinea a los jugadores. Messi tiene poder por ser quien es, pero no dicta la política del club como muchos se empeñan en contar.
Hace unos meses, Piqué hizo unas declaraciones acusando a la Directiva de utilizar sus medios afines para denunciar el inmenso poder de los jugadores, dando a entender que el vestuario hacía y deshacía a su antojo en el club. Es curioso porque Piqué viaja cuando se le da la gana a ver la Copa Davis y le pide permiso a su huevo izquierdo.
Todo esto a Messi empieza a cansarle y se está cargando de razones para explotar y marcharse. Porque hay mucho más. En primer lugar el aspecto deportivo. El equipo va a la deriva y a nadie se le escapa que, este año se quedará en blanco. El cambio de entrenador no ha tenido el efecto deseado y las lesiones de larga duración de Luis Suárez y Dembélé dejan al equipo al borde del abismo.
Al principio de esta temporada, el argentino dejó muy claro que su idea es retirarse en el Barcelona. Pero recalcó que quiere un proyecto ganador. Y ese proyecto no existe o nadie lo ve. Los fichajes no aportan lo suficiente. Messi también dejó claro que Neymar habría sido el gran refuerzo. Griezmann está cumpliendo sin más, mientras que el brasileño destaca en el PSG.