Una hora antes de que comenzara el partido en Anoeta, Zidane sorprendió al mundo anunciando la titularidad de James Rodríguez, nadie, nunca lo hubiese imaginado. Más de ocho meses después el colombiano volvería a enfundarse la camiseta blanca en competición liguera, y además como titular en un partido clave para el título.
Zidane decidió dar minutos de descanso a Luka Modric y contar con el colombiano como cuarto centrocampista. La primera idea que se vino a la mente de todos era que el francés plantearía un 4-3-1-2, con James por delante del trío Casemiro-Kroos-Fede Valverde y por detrás de Vinícius y Benzema.
Pero la segunda sorpresa llegó al ver que James jugó la gran mayoría de los primeros cuarenta y cinco minutos pegado a la banda derecha, jugando como extremo. El resultado no pudo ser peor, con un James desconectado del juego del Madrid en una posición donde no se siente cómodo y donde sus cualidades no le permiten brillar. No es un jugador que destaque por su velocidad ni por su desborde, por lo que jugar en una banda le limita mucho. Fue casi como ver a Lucas Vázquez pero zurdo.
En el segundo tiempo Zidane decidió centralizar un poco más al cucuteño. En ese momento la presencia de James en el juego del equipo se dejó ver más, el Madrid subió y alcanzaría para conseguir el primer gol. Pero pronto quedó demostrado que se encuentra un peldaño por debajo del resto de compañeros en cuanto a ritmo de competición y físico. Se le vio sin chispa y sin confianza, tratando siempre de realizar el pase fácil al compañero más cercano.
James no tuvo una actuación destacada pero cumplió con los deberes, quedará de Zidane si optará por un perfil de jugador como Vinícius o Rodrygo por banda derecha o si quiere un jugador menos vertical y que asegure más la posesión por dentro como James, toda vez que Bale parece sentenciado y que todavía da la sensación de ser un poco precipitado darle la titularidad a Asensio después de su grave lesión de rodilla.