Un jugador brillante y del que se habla muy poco. Ideal para analizarlo.
La llegada de Thomas Tuchel al banquillo del Paris Saint-Germain aseguraba dos cosas: seguir dominando la Ligue 1 y mejorar al equipo en detalles específicos, teniendo como objetivo llegar más lejos en Europa.
Porque eso necesitaba (o necesita) el PSG para la Champions League, mejorar detalles.
Uno de estos aspectos ha sido la reconversión de Marquinhos, primero por necesidades y luego por el gran rendimiento que mostró cuando el equipo estaba en aprietos.
Y es que el brasileño es un jugador espectacular, pero casi invisible a los ojos de la prensa.
La técnica y entendimiento del juego que lo caracteriza jugando como defensor central, le ha valido para afianzarse como pivote en las competiciones más importantes del mundo.
No ha necesitado adaptación. Solo entró, rindió y revolucionó el equipo.
Además, ofrece lo que ha muchos volantes de corte se les ha olvidado en medio de las variantes del fútbol actual: defender. Su deber, más allá de una salida limpia, es romper y quitar.
La recuperación, erróneamente, ha quedado un poco relegada.
No es este el caso de Marquinhos, cabe resaltar. Y esto lo hace diferenciarse.
Ahora bien, con la llegada de Leandro Paredes, Tuchel deberá evaluar y ver que es lo que sigue y lo que hará. Si algo tiene muy claro, es que no sirve de nada jugar con dos volantes de corte.
La primera prueba en Old Trafford fue superada, pero Paredes no arrancó. No estaba para tal reto.
¿Estará para los grandes marcos (y cada vez más importantes) a lo largo de la Champions? Es una incógnita. No lo sabemos, y probablemente Tuchel tampoco.
De momento, hace lo más inteligente: minutos en liga para afianzarlo.
Pero sabe que, en caso de no salir este experimento, tiene la formula segura con Marquinhos y su polivalencia. Con 24 años, no mucha prensa, y un potencial verdaderamente increíble.