El Real Madrid tuvo unos muy buenos 45 minutos en su regreso a las canchas frente al Eibar, 3 remates 3 goles y a casa. Pero los segundos 45 minutos fueron una tortura literalmente, el calor y agotamiento pasó factura en jugadores como Marcelo que se mareó, sin embargo, esa no es la mancha de la que vinimos a hablar, esta mancha es mucho más costosa y juega al golf.
Gareth Bale pasó 30 minutos en el césped del Di Stéfano como si de un canterano inválido se tratara, el problema para el Madrid es que esa es la versión más normal del galés desde hace demasiado tiempo. Entró con el partido roto, con 3-1 en el marcador, y con el Eibar volcado hacia la portería. Es decir con espacios de sobra para aprovechar su juego. Sin embargo, nada se supo del galés.
Bale no entró en el once inicial. Zidane sorprendió con la presencia de Rodrygo. Y una hora después el galés se encargó de darle la razón al francés para que no crezca la opción de que pueda ser decisivo en el final de La Liga. Con dos goles en lo que va de campeonato, los dos ante el Villarreal, Bale ha pasado por otros 14 partidos de Liga sin aportar absolutamente nada a la causa de Zidane.
En una entrevista el galés se quejó de los pitidos y eso abría un margen de duda para que en el Di Stéfano sin público pudiéramos ver al Bale por el cual el Madrid pagó 100 millones de euros, pero que va. Sin la presión de los fanáticos, Bale tampoco se acercó al descomunal jugador que, por ejemplo, le dio al Madrid su última Champions, la de Kiev ante el Liverpool.
Ante el Eibar sus números reflejan claramente su gris actuación: siete pases buenos de once, cinco pérdidas, una recuperación, ningún remate… Pero fue la falta de energía en sus acciones lo que más destacó. Una frialdad que hasta le valió un gesto desde el banquillo cuando le dijeron que comenzara a calentar.