La victoria del Real Madrid contra el Levante dejó varias cosas para destacar, un primer tiempo del Real Madrid excelente, los mejores 45 minutos del segundo mandato de Zidane, se vio el equipo ganador de 3 Champions que había desaparecido el último año. Pero en el segundo tiempo volvió, el descanso para James y Casemiro casi destruye el buen trabajo del primer tiempo, de 3-0 a 3-2 y casi el 3-3 si no fuera porque Courtois se acordó que le pagan para evitar goles.
Ante el Levante, James volvió a disfrutar del fútbol en el Bernabéu. Arropado por un público que le idolatra, firmó un partidazo en todos los sentidos. Corrió más de 10 kilómetros y con el balón en los pies su zurda guió al Madrid durante muchas fases del encuentro. Fue el socio de todos sus compañeros (63 pases buenos por 12 fallados) y en especial el de Karim, al que le dio el pase del 2-0. También regaló taconazos y controles imposibles para alegría de un Bernabéu que no entiende cómo este jugador estuvo a un paso del Atlético de Madrid. Posiblemente, pensará Zidane, ese James transferible de inicios del verano no tiene nada que ver con este de ahora, comprometido, fino, en forma y con ganas de triunfar en el Real Madrid.
Extasiado y con la musculatura acalambrada James llegó al vestuario para recibir elogios de Zidane por primera vez en su carrera, “Es que es muy bueno y se lo está dejando todo en el campo. Está muerto, pero estoy contento por él. Ha jugado muy bien”, sentenciaba su técnico, sonriendo.
James ya no es un bulto sospechoso en el Real Madrid, sino un fichaje galáctico y posible salvador. El colombiano, que estuvo todo el verano sonando como futuro jugador del Nápoles o el Atlético, ha dado la vuelta a su situación con Zidane y disfruta nuevamente en el equipo blanco.