El Barcelona de Valverde es un equipo particular. Consigue resultados, pero no convence. El club que alguna vez tuvo la identidad de juego más característica del fútbol mundial, se está volviendo pragmático. Esto es un problema.
En el Camp Nou no todo es ganar, incluso, en ocasiones, importa más el ‘cómo’ y no el ‘qué’.
No todas las generaciones de la cantera, La Masía, son iguales a aquella de Messi, Xavi, Iniesta, Busquets y compañía.
De hecho, esto difícilmente ocurra de nuevo.
Dicho esto, se juntaron dos factores: la llegada de una generación “normal” y la contratación de dos técnicos pragmáticos (Luis Enrique y Ernesto Valverde, respectivamente).
Sí que tienen razón aquellos que comentan: “Pep Guardiola malacostumbró al fútbol”.
Él fue un genio en Barcelona. Luego otros mortales tuvieron que asumir aquello que él dejó. Los resultados no han sido malos, en lo absoluto, pero el proceso ha cambiado al punto de ser completamente diferente.
¿Es tan importante la identidad en el fútbol? De hecho, no… Para el mundo del fútbol. El juego influye, brinda opciones, pero no asegura nada.
Un equipo pragmático, en cambio, sí. El resultado lo es todo, no importa el método para obtenerlo. Así este sea trampa. O no. O bueno…
Pero, hay algo más: la esencia.
Un club de fútbol representa la vida para una gran cantidad de personas. Y el vinculo es bidireccional, ya que el club también necesita recibir apoyo de su gente.
Esto nunca dejará de ser un negocio, aunque tampoco nunca se dejará de escuchar a los fanáticos. Jamás.
He aquí el dilema de Valverde, la identidad.
Su trabajo no es malo, pero es posible que él no sea el correcto, el elegido, el sucesor.
¿Por qué continúa? Ganó un par de títulos importantes y el Barcelona tiene un claro objetivo: UEFA Champions League.
La identidad podría quedar a un lado cuando se menciona la Champions.
Hay un dilema, pero también hay necesidad y una posible solución.
¿Qué pesará más?