El fútbol es historia. La historia tiene capítulos de fútbol. Los desastres forman parte de la historia. Y, de manera violenta, estas tres se han relacionado.
No solo en América, no solo en Europa. En todo el mundo.
Nos encanta hablar del fútbol como fenómeno globalizador. Pues, los factores externos que no benefician también están globalizados, y mucho más de lo que se piensa.
Sin embargo, al analizar la violencia en el fútbol (y deporte, en general) encontramos un factor clave: las fanaticadas.
En ocasiones, me he preguntado si las “barras” o ultras realmente influyen en algo positivo.
En serio, lo hago…
Este artículo podría considerarse una carta abierta a los grupos de fanáticos en el mundo, en especial a aquellos que ‘matan por su club’.
¿Apoyo o carga extra?
Primero, agradezco a internet por poder llamarlos ‘imbéciles’ y no ser censurado.
Por cierto, ¡Imbéciles!
En segundo lugar, recomiendo analizarse. Ustedes mismos, fanáticos. Y también todos aquellos que no formamos parte de dichos grupos. ¿Cuál es el fin?
¿Cuál era la finalidad de arrojar objetos al ómnibus de Boca Juniors?
¿Cuál es la finalidad de lastimar a otro fanático?
Distintos países atraviesan un fenómeno que de a poco destruye el fútbol: fanaticadas para delinquir. Son muchos los individuos que aprovechan situaciones y contextos de apoyo, para cometer fechorías.
No son fanáticos, son animales.
Si bien en América es más llamativo el caso, sucede en todo el mundo. La diferencia está en los cuerpos policiales, y que en el continente más afectado, los mismos suelen formar parte de aquello que “combaten”.
Tras perder la final más atractiva de Copa Libertadores y ver los heridos en Grecia durante el AEK – Ajax, es hora de pensar. Analizar.
No hay soluciones a corto plazo sin estudiar la situación.
En un día no se erradica la violencia, pero en un trabajo día a día esta si disminuye.
Como medio, hacemos un llamado y tomamos consciencia.
¿Tú qué haces?