Fueron 28 noches desde la ida del 11 de noviembre y este histórico 9 de diciembre, a miles de kilómetros del Monumental se pudo disputar la superfinal de la Copa Libertadores donde todo el festejo fue para los de River Plate.
En un partido extremadamente táctico, que si no fuera por la pasión que ambos equipos despiertan era mejor ver un juego de ajedrez durante 2 horas. El primer tiempo fueron puras imprecisiones, el equipo de Guillermo Barros Schelotto se sintió más cómodo y con un gol de Benedetto se pondría por delante en el marcador. El plan del triple pivot funcionaba a la perfección para Boca en la primera parte.
En la segunda mitad el triple pivot perdería intensidad y la entrada de JuanFer le daría las conexiones que necesitaba el equipo Platense para encontrar su juego y hacer crecer a sus compañeros. Nacho Fermandes y JuanFer se combinarían para hacer una hermosa pared, la mejor jugada del partido, que terminaría definiendo Pratto para empatar el encuentro.
Crecía la tensión y ambos equipos no querían ceder ni un centímetro de espacio, River tenía la pelota pero no hacía nada con ella, de este modo terminaban los 90 minutos y la superfinal se extendería 30 minutos más.
Prórroga… y todo igual… pero con un Boca diezmado por la expulsión de Barrios. Cuando los entrenadores ya empezaban a repasar quién ejecutaría los penales, llegó la genialidad de un gol para la historia. Juanfer Quintero sacó un sablazo al ángulo desde fuera del área para el 2-1. Boca murió con el palo de Jara en el 121′ y el 3-1 de Pity en el 122. Felicidades River Plate.
El Millonario tiene la cuarta en sus vitrinas, la que tuvo que esperar más de un mes para poder definir en la cancha, la que casi pierde por un grupo de violentos pero la que este equipo y, por sobre todo, el ajedrecista Gallardo, siempre mereció más.