Pep Guardiola marca la carrera de cualquier futbolista. Los hace evolucionar. En pocas palabras, los hace jugadores más integrales y de mejores rendimientos. Raheem Sterling no solo es uno de ellos, sino que se está convirtiendo en una de las mejores -y más promisorias- confirmaciones.
No obstante, Pellegrini o Brendan Rodgers también habían aportado su grano de arena (o inmensos sacos) en su determinado momento.
Lo de Sterling tiene mucho que ver con técnicos y contextos, sí. Pero es innegable la evolución interna del jugador durante todos estos años. Se ha convertido en una figura top. Y mucho de ello se debe a cómo ha conseguido potenciarse, para luego ser potenciado.
No estaría en el Manchester City o hubiese sido un pilar en Liverpool de no ser por él, vamos.
Sterling, la competencia y las noches europeas
¿Por qué Raheem Sterling no es/sería el mejor jugador del momento?
Lionel Messi, ya atacado por las lesiones y los años, si bien logra ser la figura suprema que siempre ha sido, no está siendo tan sostenible en el tiempo (partidos, momentos, jugadas) como antes. De igual manera sucede con Cristiano Ronaldo.
Sabemos que Neymar está llamado a serlo; a tomar la batuta de ese “mejor jugador del mundo”, pero entre lesiones y veranos polémicos, no se ha podido disfrutar de la figura del brasileño al 100% desde hace algún tiempo.
Y luego está el Manchester City, donde Kevin De Bruyne y Raheem Sterling, sin dudas, compiten por ser ese otro mejor jugador de turno. Ambos lo están logrando.
Pero Sterling tiene el factor que más obtiene ventaja en estos casos: goles.
El inglés ha encontrado la fórmula para, sin dejar de ser ese extremo incisivo y dinamizador, aumentar su incidencia directa en los goles. Desde velocidad hasta visión de juego y definición. Sterling está siendo un amo de los procesos de finalización.
Y si no, pregúntale a… cualquier equipo que haya enfrentado al Manchester City de hace dos años para acá.
Vivimos en el momento de Raheem, aunque sea poco esperado.
Pep Guardiola lo ha vuelto a hacer. Nuevamente, ha convertido un prospecto en un jugador de élite. Y la impresión, por si fuera poco, es que aún queda mucho más por decir.