“Ay yo, the fliest muthafucka’ in the room… Yeah, you know it’s me.”
Mac Miller tuvo una vida corta, pero nos dejó una perfecta frase para recordar a Cristiano Ronaldo, el más rápido de la habitación donde duermen las leyendas.
Tan rápido que vuela, aunque él lo hace de una manera literal.
El análisis arroja una velocidad impresionante, una pegada potente, un físico atlético y demás, pero habla poco del resultado al confluir todos estos elementos.
El portugués es uno de los mejores cabeceadores en la historia del fútbol.
Más allá de la técnica con la que conecta el balón, el proceso por el cual consigue hacerlo es completamente espectacular. Sus saltos son inigualables, da la impresión de flotar. El timing, además, es tan preciso como sus remates.
Es difícil que los futbolistas terminen de asimilar la importancia del cuidado alimenticio y el ejercicio corporal, pero Cristiano Ronaldo es un tipo que marcará una pauta en este sentido.
Los chicos querrán saltar así.
Y no solo ellos, los mismísimos compañeros de Ronaldo también querrán aprender de él y, entre tantas cosas, potenciar su juego aéreo.
Probablemente, el ex Real Madrid no sea un entrenador, pero sí que será una figura digna de escuchar. Repleto de conceptos por enseñar y energía por transmitir, el mundo del fútbol no lo desperdiciará.
En el deporte, es hora de ir más allá. Es el momento de lo nuevo.
Hay que revolucionar la manera en la que se ve el fútbol y resaltar detalles de suma importancia que han pasado desapercibidos todos estos años.
Uno de ellos es el arte del salto. Y Cristiano, como exponente, sirve para ejemplificar todo.
Porque, además, también sabe caer para seguir con la dinámica de la jugada. Consigue equilibrio y fortaleza en el aire. Lo tiene todo.
Él lo tiene todo. Su salto solo lo confirma.