El problema es el bar… Con la otra ‘B’.
No, en serio. El problema no es el VAR, hay que entenderlo. El video-arbitraje es perfecto, no se equivoca; simplemente es tecnología, ciencia exacta.
Repite jugadas, no las crea. No hay error allí.
El error, lo malo, lo que rechazamos (o al menos yo lo hago) es la mala utilización que le dan los árbitros principales, esos que sí se equivocan.
Y muy a menudo.
Aunque tengo que admitirlo: a veces, la utilización del VAR no es mala… ¡Es pésima!
Para quien opine lo contrario, lo invito a ver un partido cualquiera de Copa Libertadores en ronda eliminatoria. Cualquiera, sí; en todos ocurren barbaridades.
De no tener problemas con los derechos de transmisión, en este espacio estaría el partido Boca Juniors – Cruzeiro.
Roja a Dedé por intentar cabecear un balón (¡tras un centro!) y chocar con Esteban Andrada.
Mamita querida…
Arbitro, con todo respeto, anda a hinchar las pelotas a otro lado.
Por culpa de los árbitros principales se está manchando la mejor innovación del fútbol de los últimos años; lo que de una vez por todas hará desaparecer esos ‘errores’ que perjudican/benefician millones de equipos.
El VAR es la posibilidad de un fútbol justo.
Pero… ¡¿Qué carajos pasa con los árbitros?!
¿Por qué tras ver una repetición clara siguen errando en sus decisiones?
…
Se llama dinero, corrupción, apuestas. La otra cara del fútbol.
O del deporte, en términos generales.
Y pensar que hace décadas ya utilizaban el famoso “nos están dañando el fútbol” … No saben nada.
¿Hay una solución posible?
La respuesta no es absoluta, y es tan subjetiva como si el mal, alguna vez, se irá por completo del mundo.
Tú sabes la respuesta.
Si bien el fútbol ha albergado miles de errores -formando parte del juego, incluso- mostrar los mismos al mundo ¡y a los árbitros! Genera un debate enorme.
El Mundial fue un éxito en ese sentido, pero el nivel de arbitraje baja cuando los mejores se distribuyen entre ligas.
Cambio. Entra: errores. Sale: calidad.
Lo único seguro aquí, es la muerte. Y que la culpa no es del VAR.