Holanda acaparó miradas por muchos años. Fútbol moderno, bonito y efectivo. Como aquella famosa ‘Naranja Mecánica’.
También exportó. Cruyff conquistó otras tierras y revolucionó el fútbol.
Los últimos años no han sido los mejores en el fútbol de los países bajos. El fútbol te lleva a los más alto y también te hunde. Es un efecto cíclico.
Se podría decir que Holanda lo cumple a la perfección, y tras el hundimiento que lo privó de asistir a Rusia 2018, la proyección es enorme.
La selección ahora atraviesa días repletos de alegrías, incluso la liga, que ve cómo cada vez organizan un producto más competitivo, además de albergar un equipo sensación en Europa: el Ajax de Erik ten Hag.
No es la máquina de van Gaal. No son las mismas épocas. Siquiera brindará las mismas alegrías que esas de la temporada 94/95. Pero es el comienzo de algo grande.
La importancia del proyecto deportivo
Un proyecto deportivo no lo es todo, pero si es algo similar al 80%.
El Ajax lo sabe. Han encontrado el equilibrio entre la experiencia, la polivalencia, las jóvenes promesas, el desarrollo de jugadores, el funcionamiento y, sobre todo, el dinero. Todo funciona.
La armonía del club se traduce en la cancha.
El equipo podría ‘desmantelarse’ el próximo verano, pero quedarían no menos de 200 millones de euros netos para la reinversión. De hecho, podrían ser muchos más.
Bajo una estructura clara, jugadores pasarán y pasarán, pero el equipo siempre alcanzará objetivos.
Sin romper el molde de equipo exportador (al igual que la Eredivisie), el histórico club de Amsterdam aprendió a competir en estos tiempos.
PSV, AZ y Feyenoord aún buscan cómo hacerlo.
Con un pase directo a octavos de final de UEFA Champions League, no hay nada que perder. La final de Europa League hace unos años no fue casualidad. El proyecto está en sus mejores días… Yo, sinceramente, le temería.
Un equipo que no tiene nada que perder siempre será el peor rival.
Alerta, se aproxima el nuevo y maravilloso Ajax.