Aún se extrañan los ‘9’ de la vieja escuela. Pero no se necesitan.
Aquellos apodados “tanques”, por lo general de gran contextura física, con olfato goleador y juego de área como características principales. No defendían, no gestaban y no salían del estanque, pues al final del día un pez fuera del agua es de poca utilidad.
Los tiempos cambiaron. El fútbol actual demanda todo lo contrario.
Dos nombres: Mauro Icardi y Roberto Firmino. Ambos, la muestra perfecta de todo lo que aporta un delantero moderno.
Y, claro, luego está el mejor de todos.
Icardi, el líder
El Inter tiene un jugador insignia, capitán y goleador. Ese es Mauro Icardi.
Argentino, contextura promedio, gran capacidad de asociación. El delantero es el líder de su equipo, más allá de ser protagonista en el funcionamiento del mismo.
Aplica a la perfección la sabia frase de “es mejor llegar que estar”. Pese a que tiene gran juego de área, encuentra espacios en otros rincones del campo.
Su olfato goleador es impresionante. Y también te puede asistir.
Evidentemente, saldrá de Italia. Ojalá esto sea pronto. Mejores ligas requieren un delantero de este nivel.
Firmino, una especie única
El brasileño siempre fue un jugador interesante. Se recuerda con cariño en Hoffenheim, etapa en la que Europa lo conoció.
Un volante ofensivo que, tras la reconversión cortesía de Klopp, pasó a ser un delantero top.
Sin dudas, uno de los mejores jugadores del mundo.
Roberto Firmino interpreta el juego a la perfección. Entiende que es más valioso aportando al equipo y no finalizando, aunque suma buenas cifras al final de la temporada.
Será la cara en la próxima revolución posicional dentro del fútbol.
Benzema, el genio incomprendido
Karim Benzema ha sido criticado constantemente. Es la muestra de que el periodismo no comprende el fútbol. Mucho menos los conceptos modernos.
El francés cambió el fútbol, y aportó grandes ideas en la historia de Cristiano Ronaldo.
Acabó con la idea de que los delanteros solo tienen que marcar goles y potenció un nuevo rol cada vez más común en el fútbol. Aún no tiene nombre.
Pero creo que desde este momento podemos empezar a agradecerle.