Diego Simeone llegó a la liga española en 1992 con el Sevilla, 2 años después cambió al Atlético de Madrid donde ahora es el actual entrenador y una de las personas más queridas por el club. En el 97 se fue a la Serie A con el Inter y luego jugó en la Lazio para terminar de nuevo vistiendo los colores colchoneros en el 2003.
Toni Muñoz, su compañero habitual de habitación en las concentraciones del Atlético, asegura que desde el inicio se veía cómo “era todo pasión y en el campo plasmaba lo que sentía”. “Disfrutaba sufriendo, era muy exigente para todos, con una personalidad muy fuerte”. Contaba el lateral zurdo que tuvo que dormir muchas noches con el argentino.
El joven Cholo de 22 años que llegó a Sevilla, no escondió nada. Manolo Jiménez, uno de los pilares de aquel plantel, destaca del Cholo “su carácter, era temperamento puro, se enfadaba cuando fallaba, era ambicioso y exigía. Se ganó el respeto de todos porque fallaba y volvía a buscar. Era un futbolista valiente”.
Es una constante en los recuerdos sobre el centrocampista argentino. Abel Resino, defensa histórico del Atlético en los años 90, coincidió con Simeone en su primera temporada en el Calderón, y resalta “su forma de competir, la brega, la lucha, la constancia, lo bravo que era. Un ganador con mente ganadora”. Aunque no haya podido ganar la Champions todavía.
Manolo Jiménez le define como “trabajador, lo daba todo y era lo que ahora se llama un ‘box to box’, un jugador de área a área que iba al 200% a por cada balón. Mezclaba la agresividad y la calidad. Llegaba desde segunda línea. Muy completo”.
Todos los futbolistas que jugaron con el Cholo coinciden en una cosa y es en el tamaño de los cojones del argentino, todos pudieron compartir tanto en la ducha como en la cancha y aún siguen sorprendidos con la intensidad del Cholo.