El tema satura. Vale la pena llegar a una conclusión… ya. Hay demasiado fútbol para disfrutar.
El partido se suspendió (por tercera vez en una llave) y el anuncio oficial no incluyó la próxima fecha, aunque si se manifestó que el partido se jugará.
Sinceramente, todo lo que diga la CONMEBOL o cualquier ente sudamericano es para dudar. Nada es seguro; la mayoría de las veces nada es serio, siquiera.
La final de Libertadores se convirtió en un “Superfracaso”.
¿Quiénes fallaron?
Es hora de analizar objetivamente. Estos días han sido tan trágicos para el fútbol, como para el periodismo deportivo. Si me permiten definir todo en un término: asqueroso.
La seguridad falló, la organización falló, el sentido común falló, la sociedad falló y, sobre todo, River Plate falló.
Sí, River Plate.
No sus fanáticos, no los hinchas que arrojaron objetos, no. Todos. El club entero. Y será un placer explicar el porqué.
El equipo local se encarga de velar por la seguridad dentro y fuera del campo, antes, durante y después del compromiso a disputar. Fin.
¿Qué? ¿Pensaron que sería algo más complejo?
No, las reglas son las reglas y se tienen que respetar. Por eso todos los torneos tienen unas. Si es de utilidad, en este torneo pueden buscar el artículo 8, inciso 2.
Las leyes son simples. Dicho esto…
¿Qué debe suceder?
La copa tiene que ser otorgada a Boca Juniors, sin disputar ningún partido. De hecho, esto debe pasar cuánto antes.
Previo a críticas y objeciones, invito a pensar: ¿En qué ha fallado Boca Juniors durante esta final?
También invito a seleccionar esta respuesta: en nada.
¿Por qué, entonces, estos deberían sufrir que la copa no se juegue o la gane el rival? Ellos no fallaron.
El papel de la CONMEBOL es lamentable. La FIFA es aún más corrupta, se sabe. Aunque aún hay posibilidades de redimirse (o intentar hacerlo) en este caso.
Solo tienen que ser justos.
Y darle la final a Boca Juniors, aunque duela a muchos.