Los tiempos cambian, todo cambia.
El fútbol no pudiese ser igual a lo largo de la historia. Aunque cíclicos, presenta cambios importantes que marcan épocas. Modificaciones, alteraciones. O evoluciones, simplemente.
Eso es precisamente lo que ha pasado con los defensores centrales, evolucionaron.
De más está decir que no basta solo con defender. Es insuficiente. Los centrales deben formar parte y aportar en cada una de las facetas del juego.
Y los equipos de Pep Guardiola lo han recordado.
¿Cómo pueden aportar los centrales en ataque?
La salida limpia es uno de los aportes más importantes, que no significa una salida en corto, precisamente. Recibir el balón y encontrar un destinatario en cualquier altura del campo, es vital.
Rifar el balón es algo que poco a poco desaparecerá.
Además, en búsqueda de la asociación beneficiosa, los centrales conducen y ganan metros. Si tienen buen juego de pies (aspecto primordial en la actualidad) obligan al equipo contrario a replegar.
En el Bayern Múnich de Guardiola, Hummels y Boateng revolucionaron el fútbol bajo este concepto.
Ahora, en la actualidad, es mucho más común. Victor Lindelof, Aymeric Laporte, Sergio Ramos… Incluso se encuentran en Sudamérica: Lisandro Martínez.
Sin embargo, hay otro patrón…
Menos común, las proyecciones internas de los centrales son un movimiento que empieza a notarse. Nada que no se haya visto antes, pero que renace en el fútbol moderno, por llamarlo de alguna manera.
Un central, sin balón, corriendo entre líneas y atacando espacios.
Ergo, una pieza de sumo valor que puede pisar el área para cabecear. Propicia duelos aéreos. Pero antes debe jugar, y por ello debe saber que hacer.
El fútbol actual demanda técnica, entendimiento y mayores condiciones físicas.
Olvídense de centrales altos, fuertes y con patadas por doquier. Eso es del pasado. Ahora son figuras participativas en la gestación.
¡Qué nadie olvide que los tiempos cambiaron!