El final de la Superliga Argentina, con tan solo un punto de diferencia entre River y Boca (1ro y 2do de la tabla, respectivamente), atrae todo tipo de atención; desde mediática hasta interna.
Muestra de esto, ha sido cómo ambos clubes han gestionado su plantilla para afrontar el primer partido de la fase de grupos de la Copa Libertadores. Ambos (aunque Boca en menor medida) viajaron con equipos alternos para “guardar” a sus titulares de cara al fin de semana.
Por su parte, el conjunto de Miguel Ángel Russo empató (1-1) ante Caracas FC en el Estadio Olímpico de la UCV… pero se llevó un sabor amargo. Pudo haber ganado, tranquilamente. Fueron superiores en cada aspecto.
Y eso solo significa una cosa: Boca Juniors está alcanzando un muy buen punto de rendimiento.
Russo y títulos, una relación más que probable
Boca se proyecta a ganar títulos con Russo (y Riquelme y Ameal…) a cargo.
Eso no significa que el partido ante Caracas haya sido bueno. Porque, de hecho, no lo fue. Pero teniendo en cuenta los tipos del proceso, hay detalles más que rescatables.
No obstante han ganado profundidad en su plantilla, están mostrando una mejor cara; una idea de juego, potenciación de talento. Química, le dirían algunos.
¿O es que ya se olvidaron del Boca que solo acumulaba talento y no lo potenciaba?
En Venezuela, con un teórico equipo “B”, se evidenciaron piezas que pueden ser vitales en el proceso: Wanchope Ábila, Carlos Zambrano, Iván Marcone o Nicolás Capaldo. Y lo más importante es que -casi- todas están encontrando un contexto para ejercer sus funciones “naturales” y aportar al equipo.
Tan solo basta con ver los últimos partidos de Jorman Campuzano, por ejemplo.
Russo está puliendo un “todo”, que es la mejor manera de aspirar por un título. Sin ir muy lejos, el River de Gallardo no ha sido más que eso, un todo. Cuando las partes implicadas de un club reman hacia la misma dirección es que se suelen conseguir los mejores resultados.
Y parece que Boca va encaminado, todo junto, hacia un buen lugar.